Cerquita estás, hermana, cerquita. Hocico frío y húmedo de animalito triste pero con algo de aliento, al costado, a la sombra, con tu respiración agitada y ronca.
Allí te veo o te intuyo. Así nos conectamos: recostadas las dos en una playa de ensueño. Yo, con mi sol. Vos, con tu sombra. Cada vez más lejos en esta cercanía que es un manotón de ahogado, que es hacer "algo" aunque sea. Yo finjo que todo está bien y vos sabés qué grande es ese esfuerzo así que vamos adelante. Así, tibias las dos, blanditas, suaves, eternas.
sábado, 24 de agosto de 2013
sábado, 28 de enero de 2012
Tu espacio
Después de la tormenta, detrás de la colina, en una caverna apartada pero clara y transparente, construiste, hermana, tu hogar. Por fin, tu hogar. Saliste de lo provisorio y te animaste a tener alguna esperanza en medio de tu desierto plagado de tormentos. Ya no más sola. Ahora: peces de mil colores, sonidos de agua que corre, tus bellas muñequitas, tus paredes de madera cálida, tu colmena dispuesta junto a las copas de los árboles, tu dulce miel que sólo yo conozco. Tu dulce miel, hermana, que acalla mis dolores y mis tristezas. Tu miel de avispa peligrosa, inquieta, amenazante, que sólo me hace bien a mí.
martes, 29 de marzo de 2011
Tu botella al mar
Navega sola hacia ninguna parte, en el desierto de la hartura, mar puro riesgo. La tomo en mis manos (te tomo en mis manos) para que se desarme, se deshaga, se deshilache. Ya no sé cómo volverte botella otra vez, ni qué mensaje llevabas. Apenas recojo los pedacitos de vidrio para que me lastimen menos, tarea inútil.
Yo sé que algún día te vas a ir (¡tanto lo pedís!), a ese lugar que es tu paz y mi tragedia. También sé que ese día me voy a convertir en otra botella al mar, desarmada para siempre, sin manos que me agarren, pura lastimadura que nunca va a dejar de doler.
Yo sé que algún día te vas a ir (¡tanto lo pedís!), a ese lugar que es tu paz y mi tragedia. También sé que ese día me voy a convertir en otra botella al mar, desarmada para siempre, sin manos que me agarren, pura lastimadura que nunca va a dejar de doler.
sábado, 26 de febrero de 2011
Un hada, un cisne
"Un hada se miraba en el lago a la mañana" (fluye río que todo se lleva con la corriente, fluye como si nada pasara, una más vos entre las aguas, una más yo que cargo tu mundo y el mío) "sus lágrimas caían y su imagen destruía" (cisne de cuello largo, de túnica que vuela en un torbellino de autos, en un oleaje de ruidos insoportables, en medio de todos para aislarte de todos, cisne) "ella quería amar a un cisne de agua y sal, ella quería volar junto al cisne hasta el mar" (vos y yo escuchando el tocadiscos, frescas, enamoradas, viendo el long play girar bajo un cielo demasiado hermoso, evocado, nuestro, que nos sacaba del dolor y del miedo) "y para ella el sol, nunca volvió a brillar..."
martes, 1 de febrero de 2011
Por tu cintura
En estos días de mar no nos vimos. Sin embargo, tu voz llegaba como el canto de una sirena buena, que ya no se queja de su infortunio, que juega con las algas y los delfines. Hermana, hermana, tu risa, tu mano que acaricia un gato que se despereza, tus murallas infranqueables, tu silencio de dolor, fuerte dolor, infinito, insoportable, que se derrama gota a gota en ese silencio tuyo.
Probé todo este tiempo poner al día mis recuerdos. Estuvo bien. Sin llantos ni lamentos. En todos, vos, allí, para ordenar el caos. Vos, allí, ahora dueña de un caos grande como el mar.
Probé todo este tiempo poner al día mis recuerdos. Estuvo bien. Sin llantos ni lamentos. En todos, vos, allí, para ordenar el caos. Vos, allí, ahora dueña de un caos grande como el mar.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Una vez más
No sé por qué, hermanita, nosotros dos volvemos hacia vos una y otra vez. Será por tu misterio de hermana madre que entiende y acompaña, que casi no reta, que escucha, que nos mira, dignos e importantes. Volvemos hacia vos, a tu gran regazo de reina de los cielos, que todo lo ve, que ve más allá, que quiere más acá, bien cerca, marcando nuestros latidos, arrimando nuestra sangre a su cauce, con tu paciencia infinita y tu dolor incontrolable. Vos, sufriente, lejana a todo ardor y estallante en mil pedazos, a punto de desfallecer de manera continua. Vos, conteniéndonos como si todavía fuéramos nosotros los que estamos indefensos.
lunes, 8 de noviembre de 2010
¿Me dejás que te abrace? Dale
Estoy tan cansada, me decís y me mirás con tus ojos de esconder y abandonarte en mi hombro, esos ojos que ya conozco y me estremecen.
No sé cómo se sigue pero sé que es por ahí, que no se detiene, que duele un montón.
El mundo va a estallar y los malos nos persiguen mientras nos escondemos, abrazadas, detrás de la puerta de nuestra habitación para escapar de los largos brazos de un dios malo que nos toca con su hebilla, con sus puños, que nos prepara para algún calvario menor, pero humillante.
Igual, no hay problema si estamos juntas y nos comunicamos por una telepatía cuyos signos no entiendo pero vos sí, y estamos a salvo. Porque adivinás todas las muertes menos la tuya y la mía que están ahí, oferentes y por eso no importan. Eternas las dos, aferradas a mi esperanza y a tus espasmos, a tus descargas como de electroshock, que te mecen como toda canción de cuna posible. Las dos en y contra el mundo reímos como nenas por un gesto menor que conocemos bien, en los innumerables bares, cortaditos con mediaslunas que nos sacan a la calle. Las dos vueltas una que nuevamente toman rumbos diferentes vaya uno a saber cuál a la locura y cuál a la cordura.
No sé cómo se sigue pero sé que es por ahí, que no se detiene, que duele un montón.
El mundo va a estallar y los malos nos persiguen mientras nos escondemos, abrazadas, detrás de la puerta de nuestra habitación para escapar de los largos brazos de un dios malo que nos toca con su hebilla, con sus puños, que nos prepara para algún calvario menor, pero humillante.
Igual, no hay problema si estamos juntas y nos comunicamos por una telepatía cuyos signos no entiendo pero vos sí, y estamos a salvo. Porque adivinás todas las muertes menos la tuya y la mía que están ahí, oferentes y por eso no importan. Eternas las dos, aferradas a mi esperanza y a tus espasmos, a tus descargas como de electroshock, que te mecen como toda canción de cuna posible. Las dos en y contra el mundo reímos como nenas por un gesto menor que conocemos bien, en los innumerables bares, cortaditos con mediaslunas que nos sacan a la calle. Las dos vueltas una que nuevamente toman rumbos diferentes vaya uno a saber cuál a la locura y cuál a la cordura.
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