Hace un año de luz que no te escribo. Hoy me gustaría hablarte de tu piel que se arruga porque prefiero mirarte a vos (que duele menos). Hoy me gustaría pensar que esos años de risas dulces adolescentes no terminaron, que te hablo y todavía me entendés, que estamos solas las dos otra vez y vos sin tu peso atormentado de flashes oscuros, de almas groseras que te insultan. Hoy no estás dolida ni arrugada. Hoy estamos felices, corriendo escaleras arriba en los teatros, los cines, las escaleras mecánicas del centro, con nuestras manzanas con pochoclo.
Te confieso algo: hoy, si me fijo bien, no sé cuál de las dos atravesó más el otro lado del espejo.
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