En estos días de mar no nos vimos. Sin embargo, tu voz llegaba como el canto de una sirena buena, que ya no se queja de su infortunio, que juega con las algas y los delfines. Hermana, hermana, tu risa, tu mano que acaricia un gato que se despereza, tus murallas infranqueables, tu silencio de dolor, fuerte dolor, infinito, insoportable, que se derrama gota a gota en ese silencio tuyo.
Probé todo este tiempo poner al día mis recuerdos. Estuvo bien. Sin llantos ni lamentos. En todos, vos, allí, para ordenar el caos. Vos, allí, ahora dueña de un caos grande como el mar.
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2 comentarios:
Tu seguidora dice que es hermoso lo que estás escribiendo y pensando. beso
Gracias, mamuchita. Siempre se me olvida que alguien lo pueda estar leyendo. Y viniendo de una poeta... ejem ejem... me agrandé un montón.
Besiñus.
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